Era un fresco, y casi frío domingo por la tarde. Y me encontraba de regreso en la iglesia, para ser parte del servicio de las 6:30 p.m.
Había iniciado el tiempo de alabanza. Y repentinamente, el frente del templo se comenzó a llenar con una gran cantidad de jóvenes y señoritas. Los cuales a una voz decían: “Vamos a cantar; con la música del cielo… vamos a danzar, alegres porque escuchar… cuando cantamos. Para exaltar, tu Nombre”.
Esta imagen, cuan bello lienzo. Plasmo en mi interior la pasión, que esta nueva generación tiene: por conocer más de Dios… amar más a Dios… adorar más a Dios… buscar más de Dios.
La verdad, en ese momento. Y para mis adentros. Me sentí muy orgulloso de los líderes y pastores juveniles de la iglesia donde me congrego.
Había iniciado el tiempo de alabanza. Y repentinamente, el frente del templo se comenzó a llenar con una gran cantidad de jóvenes y señoritas. Los cuales a una voz decían: “Vamos a cantar; con la música del cielo… vamos a danzar, alegres porque escuchar… cuando cantamos. Para exaltar, tu Nombre”.
Esta imagen, cuan bello lienzo. Plasmo en mi interior la pasión, que esta nueva generación tiene: por conocer más de Dios… amar más a Dios… adorar más a Dios… buscar más de Dios.
La verdad, en ese momento. Y para mis adentros. Me sentí muy orgulloso de los líderes y pastores juveniles de la iglesia donde me congrego.
Lee el artículo: Esos héroes, llamados líderes juveniles.
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