JUAN 6. JUAN EL BAUTISTA Y LOS PRIMEROS DISCÍPULOS 3
35 Al día siguiente, Juan estaba en el mismo lugar con dos de sus discípulos. 36 Cuando vio que Jesús pasaba por allí, les dijo: "¡Mirad; aquí viene el Cordero de Dios!" 37 Al oír eso, los dos discípulos siguieron a Jesús. 38 Jesús se dio vuelta, y al ver que lo seguían les preguntó qué querían. Ellos preguntaron: --¿Dónde vives, Maestro? – 39 Seguidme y lo veréis --contestó Jesús--.Ellos fueron y vieron dónde vivía Jesús, y como eran casi las cuatro de la tarde se quedaron con él por el resto del día. 40 Uno de ellos era Andrés, el hermano de Simón Pedro. 41 Lo primero que hizo Andrés fue buscar a su hermano Simón. Cuando lo encontró, le dijo: "¡Hemos encontrado al Mesías, es decir, al Cristo!" 42Entonces Andrés llevó a Simón a donde estaba Jesús. Cuando Jesús vio a Simón, le dijo: "Tú eres Simón, hijo de Juan, pero ahora te van a llamar Cefas, es decir, Pedro".
El fragmento que he leído hoy narra cómo los dos primeros discípulo de Jesús, que previamente lo habían sido de Juan, se encuentran con el Maestro. Me resulta interesante ver que es el propio Juan el que les indica quién es Jesús y no protesta ante la iniciativa de sus seguidores de marchar tras otro Maestro. Este ya es de por sí, un buen punto de enseñanza, no importa dónde vayan las personas con tal que estén cerca de Jesús. Ni mi iglesia, ni mi denominación ni mi misión, ni nadie tiene el monopolio del conocimiento del Maestro.
La segunda cosa que ha captado mi atención, y que de forma repetida veo una y otra vez en los evangelios, es la invitación que Jesús hace a aquellos dos hombres para que le sigan. Si tuviera que definir en qué consiste la vida cristiana podría afirmar sin temor a equivocarme que se trata de seguir a Jesús. Ahora bien, qué significa de forma práctica que estoy siguiendo al Maestro.
Para entenderlo pienso en la relación que los antiguos maestros judíos tenían con sus discípulos. El deseo de estos últimos era, no únicamente aprender conocimientos teóricos de ellos, sino realmente parecerse a ellos, ser como ellos, ver y vivir el mundo como ellos lo veían. Entonces, seguir a Jesús no sería adquirir más conocimientos intelectuales acerca de Él (que también tiene su lugar), sino parecerme más a Él, adquirir su carácter, desarrollar en mi vida su pasión por un mundo roto y necesitado de restauración, unirme a Él en esta tarea de hacer que el universo y la humanidad sean lo que Dios pensó y el pecado, nuestra rebelión contra Dios, hizo inviable.
Un principio
Ser cristiano es seguir a Jesús,
no acumular conocimiento intelectual acerca de Él.
no acumular conocimiento intelectual acerca de Él.
Tomado con autorización del blog de Félix Ortiz
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