De Gimena Sánchez Arnau
Los seres humanos somos seres que vivimos en sociedad, seres sociales que convivimos con otros en comunidad. El sentido de pertenencia afianza la identidad y da sentido a la existencia. Es por ello que la participación en la comunidad, como un protagonista activo, procurando cambios sociales generará una sociedad más solidaria, más humana. Motivar a los jóvenes a la participación social, a realizar cambios sociales para lograr una sociedad más solidaria, “pensando en ser y pensándose con y por los otros”[1], le da sentido a la vida. El joven al ser protagonista es un ser participe activo de la creación de su propio mundo (actual y futuro), y el de los demás.
La búsqueda de participación de los adolescentes, es la búsqueda de espacios en los que puedan sentirse valorados, idealizados y respetados. Sus motivaciones están ligadas a la necesidad de pertenecer, que proviene tanto del rasgo adolescente de buscar pares, como de la situación vital de buscar un continente para ellos mismos, diferenciado del familiar. Con los afectos y los conflictos que se amplían, los adultos deben reiterar su amor, asumir una conducta comprensiva e intentar establecer o mantener los vínculos afectivos que el adolescente necesita. Es posible un salto a la autonomía si se les provee espacios organizados para la participación juvenil: clubes, iglesias, asociaciones vecinales, etc. Porque estos permiten aprendizajes sociales. El adulto debe acompañar al adolescente para informarse y decidir, debe apoyarlo, pero el que elige es el adolescente. Reconocer esfuerzos y logros del adolescente y sostener una comunicación afectiva con ellos es fundamental. Siempre se debe favorecer la presencia de al menos un adulto significativo para el adolescente, un referente.
Se deben fortalecer los espacios de participación[2], dándoles voz, dándoles lugar en tomar parte de las decisiones, de las acciones, rompiendo con el adulto centrismo y dándoles un lugar de protagonistas. Promoviendo ámbitos en donde se posibilite, se reconozca y se respeta la expresión de las capacidades potenciales de los adolescentes. Brindando asesoría, apoyo y herramientas para la auto conducción de sus procesos, en la medida en que lo soliciten. Ofreciendo el apoyo y el acompañamiento de un adulto. Considerando a los adolescentes como capital humano y promoviendo la inversión de ese capital. La experiencia de los adolescentes, la frescura de sus puntos de vista y sus nuevas ideas deben tenerse en cuenta, integrarse y ponerse en práctica en todos los niveles de la sociedad. Si se les otorga poder a los jóvenes en situación de conflicto serán capaces de superar los prejuicios tradicionales, resolver conflictos con creatividad y emprender procesos relacionados a la toma de decisiones: estudios, familia, etc.
Es necesario que se avance en el compromiso de autoridades municipales y coordinadas con el tercer sector: ONG’s y grupos voluntarios, ya que es en el nivel local (espacio más próximo, cercano al vinculo) le permite ser interlocutores frente a la autoridad. Estas instancias locales les permiten a los jóvenes descubrir instancias de participación más cercanas con su vida cotidiana.[3] Ser protagonista es ser participe activo de la creación de su propio mundo (actual y futuro) y el de los demás. Esto implica reconocer al adolescente como agente de desarrollo social, siendo sujeto y no objeto, con derecho inalienable de ejercer la ciudadanía. Los espacios grupales son ámbitos propicios para la capacitación a la participación. Si allí se fomentan las potencialidades creadoras, reconociéndolos como ciudadanos con derechos y deberes, apoyando su proyecto de vida, su autoestima. También es importante un lugar para el pensamiento crítico, fomentando los valores de la solidaridad, la dignidad, etc. Buscando como resultado la participación motivando y apoyando en el desarrollo de acciones de participación social, siendo actores sociales que colaboran en los procesos sociales de transformación de la sociedad.
[1] “Los jóvenes y su participación en una sociedad más humana.” Ángela Paredes. Persona y Sociedad. Revista Iberoamericana de Personalismo Comunitario.
[2] Grumbaum, Susana. Participación juvenil y resiliencia (Capitulo XIII). En Adolescencia y Resiliencia. Editorial Paidos. Bs. As. 2007. Pág. 213.
[3] CEPAL, Naciones Unidas. La juventud en Iberoamérica. Tendencias y Urgencias. 2007, 2da edición. Capítulo VIII. Pág. 276
----
Este artículo fué compartido voluntariamente por su Autor, no es autorizada su reproducción en ningún otro sitio o material sin autorización directa de su propietario.
Comparte tus materiales de manera gratuita con miles de líderes de habla hispana en Paralideres.org
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario