En estos últimos años hemos escuchado mucho sobre el propósito. Sin embargo, ni
siquiera podemos dar una definición precisa de esta popular palabra: Propósito.
Cuando alguien me pregunta si creo en el destino suelo contestar: “no, creo en elLee este y otros articulos de Erika Guzmán
propósito”. En cuestiones amorosas, el propósito pesa más que el destino. El destino propone
que las cosas suceden de manera misteriosa, sin explicación y sin cambio absoluto. El propósito establece que, aunque en la vida han de surgir situaciones a favor y en contra de lo que anhelamos, nosotros tenemos la capacidad para fijarnos una meta, acceder a las oportunidades correctas y decidir alcanzarla.
Esta es la tercera y última de la serie de tres lecciones para jóvenes solteros: oportunidad,
decisión y propósito. Es, además, mi favorita y la más difícil de redactar.
Cuando se dice que tenemos un propósito, estamos estableciendo que tenemos una razón
o varias razones para hacer algo o llegar a algún lado u obtener algo. En el caso de las relaciones
de noviazgo, el propósito se transforma en el motivo por el cual tenemos esa relación. Algunas
preguntas claves que debemos formularnos antes de comenzar una relación, o al comenzar la
misma son:
¿Hacia dónde quiero llegar con esta relación?
¿Qué espero de esta relación?
¿Qué deseo ofrecer en esta relación?
¿Qué voy a hacer si esta relación no funciona?
¿Qué voy a hacer si esta relación prospera?
Todas estas preguntas tienen un fin. Cada una de ellas representa realidades expuestas
en las relaciones. Nunca debemos comenzar una relación basándonos en el miedo a la soledad,
sino mas bien debemos entablar relaciones por que así lo deseamos, y mantenerlas porque
queremos prolongarlas. Ninguna relación nace como por arte de magia. Todas, sin excepción,
requieren esfuerzo, dedicación y compromiso. Esto tampoco quiere decir que usarás cualquier
excusa para evitar relacionarte con alguien o con algunas personas. En ocasiones nos cerramos
a la posibilidad de compartir con un grupo nuevo de amistades pues tenemos la falsa idea de
que si nos enamoramos, perderemos todo lo que hemos logrado o pensamos que no estamos
preparados. Es posible que no lo estés. Sin embargo, esa puede ser también una excusa para no
enfrentarte a el gran reto que representa una relación, incluso de amistad.
Esta tercera lección nos revela que debemos tener un propósito, una razón, un motivo
para entablar relaciones. ¿Qué nos dice la biblia sobre esto? Salomón escribió:
Es mejor ser dos que uno, porque ambos pueden ayudarse mutuamente a lograr el
éxito. Si uno cae, el otro puede darle la mano y ayudarle; pero el que cae y está solo, ese sí
que está en problemas. Alguien que está solo, puede ser atacado y vencido, pero si son dos,
se ponen de espalda con espalda y vencen; mejor todavía si son tres, porque una cuerda
triple no se corta fácilmente.
PROPOSITO
El propósito de las relaciones es crecer, ayudar, aprender, educar, servir. Gastamos
gran parte de nuestra vida en relaciones que no nos llevan a ninguna parte, por el contrario, nos
detienen. No logramos alcanzar el límite de nuestras capacidades, de nuestro potencial porque
estamos en relaciones que no tienen un sentido de dirección. Es como subirte a un autobús
que no tiene un lugar donde llegar. Estarás simplemente dando vueltas, pero sin un fin, sin un
propósito. Por lo tanto, el propósito en las relaciones es lo principal. Las relaciones nos ayudan a
crecer, a conocer y descubrir la diversidad de pensamientos, de ideas.
Por otra parte, la soltería cumple también con un propósito. En ella podemos descubrir
quiénes somos realmente, hacia dónde nos dirigimos, qué nos gusta, qué nos disgusta. Pero sobre
todo, nos preparamos para ser quienes debemos ser. La soltería no tiene un tiempo determinado,
no tiene una sola manera de ser vista. No debemos usarla para divagar en relación y relación,
para ver cuál es mejor. Debemos usarla sabiamente para conocer y desarrollar los elementos más
necesarios, importantes y escasos en las relaciones de pareja: la lealtad, la fidelidad, el respeto,
la igualdad y el compañerismo. Una vez tenemos claro cuál es el propósito que perseguimos en
una relación particular podremos definir aquello a lo cual no debemos aferrarnos. Recordando
siempre el principio que establece que dos personas no pueden caminar juntas tomadas de la
mano si no van dirigidas a un mismo lugar.
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