29 de febrero de 2012

Artículo - El conflicto del "Open Mind"

Por Erika Gúzman

-Deberías ser un poco más “open mind”. He escuchado esta frase por mucho tiempo, en especial por ser una joven con creencias de fe firmes. Ayer meditaba sobre esto, pues fue una de las tantas ocasiones que alguien me habló sobre ello. Luego de mencionarlo, la persona continuó su exposición del tema, a lo cual no le presté mucha atención pues en ese instante fue como si una biblia se abriera delante de mí y me mostrara en el libro de Proverbios, capítulo 23 donde dice: Adquiere la verdad y nunca la vendas; consigue también sabiduría, disciplina y buen juicio.

¿Qué de cierto hay en que debemos ser “open mind” en cuanto a la postura de otras personas que no son creyentes? Cuando las personas nos dicen esto, generalmente se refieren a que debemos ser más abiertos, no sólo a escucharlos sino a aceptar en definitiva la verdad que, a su entender, ellos poseen. El peligro con esta práctica tan común es que nosotros debemos mantener la verdad que hemos recibido por medio de nuestra conversión y acercamiento al conocimiento del carácter de Dios, la cual podría afectarse. Este proverbio nos dice claramente que abracemos esta verdad que ya hemos conocido, y no la vendamos, mucho menos la regalemos o la demos por perdida. El asunto es que cuando nos disponemos a escuchar todo lo que nos sirven, resultamos en un conflicto de dudas, las cuales pueden provocar falta de fe.

Esto me recuerda un principio psicológico que muestra que todo aquello a lo que estamos expuestos (ambiente, música, televisión, amigos, etc.) nos modelará un lenguaje que estamos supuestos a adoptar.

Debe haberle pasado en algún momento, conoce a alguien de otro país, y luego de algunos días en comunicación directa termina adoptando el acento o forma de hablar de esa persona. Pasa con la música; la música generalmente son ideas cantadas. Dichas ideas entran en nuestro sistema inconsciente del cerebro, y curiosamente forman a ser ideas personales de las mismas. Se convierten muchas veces en nuestra verdad. (Es por esto que también es muy importante cuidar con quiénes nos relacionamos, pues estas relaciones determinarán en gran medida nuestras actitudes y creencias.)

Ahora bien, la Biblia es firme cuando declara que conoceremos la VERDAD y dicha verdad nos hará libres. Es decir, conocerán a Jesús (quien es la verdad) y el conocimiento de su existencia y su amor por nosotros nos dejará en completa libertad. Por lo tanto, cualquier otra verdad que no sea ésta terminará esclavizándonos y no liberándonos. Lo que muchos conocen como “libertad” es su mayor cárcel.

Dicho esto, retomo el versículo de proverbios. Debemos obtener la verdad, y una vez la hacemos nuestra, la abrazamos y NO la soltamos. El problema es que, al tratar de guardar varias verdades, terminaremos soltando aquellas que nos incomodan. Generalmente, las verdades son más incómodas que las mentiras. Las mentiras te dicen aquello que quieres escuchar mientras que la verdad es única y eterna.
Ahora bien, ya sabemos que no debemos aceptar otras aparentes verdades por encima de la que poseemos. Pero, ¿cómo evaluamos si esta nueva información es correcta y saludable para mi sistema? Sencillo. Usemos este plan de 4 pasos que he diseñado. 

1.      Pregúntate a ti mismo: ¿Esta nueva verdad compromete mi pureza o integridad?

2.      Piensa: ¿Cuál es el resultado de esta nueva verdad? ¿Hacia dónde me dirige?

3.      Busca en la Biblia: ¿Algo contradice esta nueva verdad?

4.      Conoce: En los bancos le muestran a los empleados a reconocer un billete falso, enseñándoles un billete verdadero. Si conoces el verdadero jamás podrán engañarte con uno falso. Por lo tanto, conoce muy bien tu verdad. Cuando dedicas tiempo de estudio y esfuerzo, aprenderás a distinguir rápidamente la verdad. Y no podrás ser engañado.

Finalmente, aprende a nutrirte de la palabra de Dios, su enseñanza, su mensaje, su carácter. Nosotros, líderes, debemos tener una fe inamovible, pero para que ésta no sea afectada debemos nutrirnos con el alimento de la verdad que es Jesús. De lo contrario, no somos cristianos.

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