4 de abril de 2010

Juventud Y Postmodernidad VI



LOS RETOS DE LA POSTMODERNIDAD III

LA NUEVA TOLERANCIA


I. INTRODUCCIÓN


La tolerancia es la tercera gran fuerza que moldea a la nueva generación de jóvenes en nuestros países de cultura occidental.


Josh McDowell en su libro The New Tolerance describe de una manera magistral la forma en que en los últimos años el concepto de tolerancia ha ido cambiando en nuestra sociedad. McDowell utiliza para ello dos términos. La nueva tolerancia en contraste con la tolerancia tradicional.


El diccionario describe la palabra tolerancia como “respeto a las ideas, creencias o prácticas de los demás cuando son diferentes o contrarias a las propias”. La idea que transmite esta definición es la necesidad de expresar respeto y buscar la protección de los legítimos derechos de otras personas. Incluso, con los de aquellos con los que no estamos de acuerdo.


Podemos creer que determinadas religiones son falsas y están equivocadas, no están en posesión de la verdad. Sin embargo, podemos defender el derecho de todo ser humano a la libertad religiosa. A creer conforme a su conciencia. Además, sostener este derecho para aquellos que creen de manera diferente a como nosotros creemos o concebimos la fe.


Todo el mundo tiene derecho a tener su propia opinión, creencias y estilos de vida, siempre que estos se encuentren dentro de los límites que permiten las diferentes legislaciones. La tolerancia tradicional quedaría bien reflejada en la frase de aquel parlamentario que en respuesta al discurso de un contrincante político afirmó:


“Estoy en el más total y absoluto de los desacuerdos con usted y sus ideas. Ahora bien, daría mi vida para que usted pudiera expresarlas”.


La tolerancia tradicional siempre ha buscado y expresado una valoración del individuo, una aceptación y respeto hacia el mismo sin que ello implicara necesariamente una aprobación o participación de sus creencias y/o conductas.


II. LA NUEVA TOLERANCIA


La nueva tolerancia es la hija predilecta del relativismo que ha traído consigo la postmodernidad. La verdad es una construcción social relativa a la comunidad en que una persona participa.


Puesto que existen muchas comunidades humanas existen muchas verdades diferentes. Hay muchas percepciones diferentes e incluso contradictorias de la realidad, por tanto, ninguna de ellas puede ser verdadera en el sentido último del término.


La verdad es descrita por el lenguaje y todo lenguaje es creado y construido por los seres humanos, por lo tanto, y como conclusión lógica, toda la verdad es una construcción humana.


Los postmodernos afirman que ya que todos miramos con ojos diferentes y, no hay manera humana de afirmar que ni siquiera vemos los mismos colores, mucho menos la misma realidad, no puede existir algo como la verdad objetiva. Toda realidad es filtrada a través de los sentidos del individuo que transmiten todas las experiencias sensoriales de una forma subjetiva. Ni siquiera estar en el mismo lugar al mismo tiempo, observando el mismo evento nos garantiza una idéntica respuesta. Un ejemplo para ilustrar esta realidad serían dos personas observando un mismo juego de béisbol. Pensemos por un momento en que una de ellas es un auténtico experto. Por el contrario, la otra carece totalmente de conocimiento del juego y sus reglas. ¿No estarían experimentando la misma realidad de una forma diferente?


¿A qué conclusión lógica nos lleva todo esto? Muy sencilla, si toda verdad es creada por los seres humanos, y todos los seres humanos son iguales, entonces todas las verdades son iguales. El filósofo español Fernando Savater lo explica de la siguiente manera:


Todas las opiniones son iguales. Cada una tiene una contribución que llevar a cabo, todas deberían ser respetadas o alabadas. Esto implica que no existe una manera racional de discernir entre ellas.


En su libro antes citado, Josh McDowell hace referencia a la definición que de la nueva tolerancia hace el escritor T. A. Helmbock. Este pensador dice lo siguiente:


Todas las creencias, valores, estilos de vida y percepciones de la verdad de cualquier individuo son iguales. No hay jerarquía de verdades. Tus creencias y mis creencias son iguales y toda verdad relativa.


El escritor cristiano Josh McDowell hace el siguiente comentario a las palabras de Helmbok:


Todo el mundo tiene derecho a sus creencias. Además, todas las creencias son iguales. Todos los valores son iguales. Todas las verdades son iguales.


Ahora bien, para cualquier observador de la realidad es evidente que no todas las verdades, valores y creencias son iguales ni tienen el mismo valor. Mucho menos que merezcan el mismo respeto y consideración. ¿Pueden ser considerados al mismo nivel el racismo y la fe cristiana? ¿Podemos poner al mismo nivel a los que practican el terrorismo indiscriminado y a sus víctimas? ¿Son igualmente válidos los valores que sostiene la Madre Teresa de Calcuta y los que sostienen los grupos islámicos extremistas?

Nosotros podríamos afirmar sin ningún empacho que no. Sin embargo, otra de las características de la postmodernidad es sostener puntos de vista aparentemente contradictorios y no sentir la más mínima aprensión al respecto.


Vive y deja vivir es el lema de estos tiempos. Permite que cada persona tome sus propias decisiones con respecto a lo que es correcto e incorrecto.


Ahora bien, la nueva tolerancia va un paso más allá en sus pretensiones. No es suficiente con que cada persona tenga la libertad para tomar las decisiones que considere más adecuadas en cuestiones de moralidad, ética y conducta. No basta con tener la posibilidad de decidir por uno mismo acerca del bien y del mal. Los defensores de la nueva tolerancia exigen de los demás alabanza y el reconocimiento explícito de que sus creencias, valores y opciones son tan válidos como los nuestros.


Expresado con total y meridiana claridad y contundencia. Hoy en día para ser auténticamente tolerante –siempre de acuerdo con la nueva tolerancia- uno debe aprobar, apoyar y sinceramente refrendar las creencias, valores y estilos de vida de los demás. Este es el más paso más allá al que nos ha llevado la nueva tolerancia.`


Los grupos anti-gay también pueden reclamar sus propios mártires. En la pintoresca ciudad de Borgholm en la isla sueca de Oland, tan sólo una pequeña multitud estaba presente en julio del 2003 para oír al predicador pentecostal Ake Green compartir un sermón titulado: “Es genética la homosexualidad o, por el contrario, o una fuerza maligna que juega con la gente” Green denunció “anormalidades sexuales” tales como la homosexualidad y advirtió que Suecia “estaba enfrentando un desastre de grandes proporciones” por la el registro de parejas de hecho. Cuando publicó el texto en e periódico local, Got atrajo quizás un poco más de atención de la que él quisiera. Aludiendo a una ley que prohíbe las declaraciones ofensivas contra las minorías, una corte de distrito lo sentenció a un mes de prisión.


No solamente todas las verdades son válidas. También lo son todos los valores y todos los estilos de vida. Nadie puede ni siquiera osar emitir un juicio sobre la forma en que otras personas decidan vivir su vida. Contrariamente todo el mundo debería activamente apoyar las opciones vitales tomadas por otros.


Para el cristiano en general y la juventud en particular la nueva tolerancia plantea serios cuestionamientos. ¿Cómo puede un joven tomar decisiones morales si todas las opciones y posibilidades son igualmente válidas? ¿Cómo es posible discernir cuál puede ser la mejor opción, la más correcta desde el punto de visto moral y ético? ¿Cómo podemos hacer ningún tipo de juicio o valoración sobre las creencias, valores o estilos de vida de otras personas? ¿En base a qué? Si todas las opciones son igualmente válidas ¿Cómo vamos a evangelizar si la noción de pecado desaparece totalmente?


III. NUEVA TOLERANCIA E IDENTIDAD


El paso anteriormente descrito es muy importante y tiene tremendas implicaciones para el cristianismo y nuestra labor de cumplimiento de la Gran Comisión. Para poder comprender esta transición es necesario que entendamos cómo es percibida la cuestión de la identidad en la postmodernidad.


En la postmodernidad desaparece totalmente la diferencia entre lo que una persona es y aquello que la persona hace, cree o los valores que la misma sostiene en la vida. Consecuentemente, mi identidades inseparable de lo que hago, pienso y creo. Mi identidad personal está en completa simbiosis con mi cultura y mi conducta. La separación forma parte de la visión de la tolerancia tradicional. Las implicaciones que esto tiene son claras:


· Si juzgas mis creencias, valores o estilo de vida me estás juzgando a mí mismo.

· No hay diferencia posible entre lo que soy y aquello que pienso y hago.

· Si no puedes aceptar mi estilo de vida eres intolerante conmigo. La vieja afirmación de “odiar el pecado pero compadecer al pecador” es imposible. Odiar mi estilo de vida es odiarme a mí. Yo soy la manera en que vivo.


El político francés Edgard Pisan, mencionado por Josh McDowell, hace la siguiente afirmación:


La intolerancia… no es simplemente la falta de un sentido de solidaridad con otras personas: es el rechazo de otros por lo que son, por lo que hacen, por lo que piensan y, eventualmente, simplemente porque existen.


La implicación de las palabras de Pisan son muy evidentes. Eres intolerante si no me aceptas tal y como soy y no valores lo que hago.


La falsa premisa en la que se basa la nueva tolerancia es la siguiente: lo que hago representa lo que soy.

En función de esta premisa nosotros no podemos condenar la homosexualidad de una persona y al mismo tiempo mostrar amor y aceptación incondicional por la misma. Al emitir un juicio sobre su homosexualidad estamos lanzando un juicio sobre la misma esencia de la persona y, por tanto, condenándola.


Las personas postmodernas no distinguen, no pueden hacerlo por haber sido educadas bajo el paradigma de la nueva tolerancia, entre los juicios emitidos contra su conducta y los juicios emitidos hacia ellos como personas. Lo uno implica a sus ojos necesariamente lo otro. Aquí se produce uno de los grandes conflictos de comunicación entre las personas educadas bajo uno y otro paradigma. Mientras unos piensan que aman y aceptan incondicionalmente a los otros, a pesar de que puedan condenar sus conductas. Estos últimos reciben como una condena y una falta de amor y aceptación incondicional cualquier tipo de comentario, valoración o juicio sobre su estilo de vida. Es imposible la comunicación porque las mismas palabras están cargadas de un valor semántico totalmente diferente.


La tolerancia se convierte en la única virtud auténticamente universal. Consecuentemente es intolerante cualquiera que afirme o, tan siquiera pretenda, no el poseer una verdad universal y objetiva, sino incluso aquel que tenga la desfachatez de afirmar la existencia de algo así. No olvidemos que cualquier pretensión de objetividad, absolutismo o dogmatismo será considerada como intolerancia. Las palabras del profesor de filosofía Deslié Armour expresan con total claridad la importancia de la tolerancia como la virtud más elevada a la que se puede aspirar:


Nuestra idea es que ser un ciudadano virtuoso es ser alguien que lo tolera todo excepto la intolerancia.


No perdamos de vista que el afirmar tener la verdad absoluta o afirmar que otros pueden estar equivocados en sus creencias o estilos de vida es un síntoma evidente y agresivo de intolerancia.


¿Nos cuesta ver las implicaciones que eso tiene para la fe cristiana? Jesús afirmó ser el camino la verdad y la vida. Declaró que nadie podía acercarse al Padre si no era a través de Él. Jesús pretende ser el único que puede dar vida eterna y dice sin ambages que es Dios. La Palabra de Dios se declara competente para emitir juicios no únicamente sobre las conductas de las personas, sino también sobre las intenciones de sus corazones. El cristianismo es políticamente incorrecto y sus pretensiones dogmáticas de ser la única religión verdadera son totalmente intolerables y un signo rabioso, abierto, agresivo y violento de intolerancia hacia todos aquellos que no encajan en su estrecho molde.


McDowell en su libro acerca de la tolerancia menciona la experiencia sufrida por un estudiante de la Universidad de Stanford en California:


Recientemente, un decano de la Universidad de Stanford comenzó a presionar a los grupos cristianos evangélicos para que pararan su práctica de “hacer proselitismo entre los otros estudiantes”. Irónicamente, lo que enfadó al decano no fue el contenido del mensaje que estaba siendo compartido, sino la práctica de compartirlo en sí misma. El cree que con el simple hecho de aproximarse a alguien con el Evangelio, uno está implicando que las creencias de esa persona son inferiores a las propias. Tal implicación es inaceptable porque está llena de prejuicios e intolerancia.


McDowell indica que hay cuatro elementos en la misma esencia de la fe cristiana que la convierten en intolerante a los ojos de los defensores de la nueva tolerancia. En primer lugar la Palabra de Dios. Los cristianos creemos que la Biblia es la Palabra inspirada dada por Dios al ser humano. Creemos que en ella se encuentra claramente definida toda noción de lo correcto y lo incorrecto y, por tanto, los seres humanos pueden construir sus vidas y culturas sobre la misma.


En segundo lugar esta la persona de Jesús y la cruz de Cristo. Ya hemos hablado anteriormente sobre las declaraciones exclusivas y excluyentes de Jesús. La cruz es un signo de intolerancia porque abierta y claramente expresa y representa las afirmaciones contundentes del Maestro de Nazaret.


En tercer lugar está la doctrina del pecado. En la Biblia se especifican muchas conductas y actitudes de los seres humanos como pecaminosas y, por tanto, reprobables. Pero con los principios de la nueva tolerancia nadie puede emitir juicios morales sobre las conductas de otras personas sin ser considerado intolerante.


Finalmente nos encontramos con la misión de la Iglesia. La iglesia está llamada en la Gran Comisión a llevar el mensaje de salvación a todas las naciones. La labor de hacer discípulos es considerada como intolerancia por los practicantes y abogados de la nueva tolerancia. La premisa de que las personas deben ser cambiadas de su “errónea” manera de vivir es inaceptable.



IV. LAS CONSECUENCIAS DE LA NUEVA TOLERANCIA


A. La muerte de la verdad


La verdad con mayúsculas ya no existe. Como hemos dicho por activa y por pasiva la verdad es una construcción personal y social. No hay tal cosa como la verdad objetiva y, por tanto, esta no puede ser conocida.


B. La muerte de la moralidad


Del mismo modo que no hay absolutos en el terreno de la epistemología tampoco los hay en el terreno de la ética y la moral. Como la verdad, ambas cosas son meras construcciones culturales y sociales. Cada uno debe de tomar sus propias decisiones con relación a lo que es correcto o incorrecto.


C. La muerte de la justicia


El escritor Don Closson dice con relación a las implicaciones que la nueva tolerancia tiene para la justicia:


Mientras que los abogados de la nueva tolerancia pueden de manera ocasional hacer alguna mención a la justicia, ésta no puede ser la base o cimiento para su movimiento. Para que alguien pueda afirmar que ciertas acciones o palabras son injustas, debe asumir que un cierto orden moral –aparte de uno mismo- realmente existe. La injusticia implica la existencia de la justicia, justicia implica la existencia de leyes morales, y las leyes implican que un dador de las mismas existe.


Con el continuo crecimiento de la nueva tolerancia la idea de justicia se irá debilitando cada vez más hasta el punto que más y más los legisladores y los políticos tomarán sus decisiones en base a la presión de la opinión pública expresado por medio de encuestas de opinión y estudios sociológicos. Esto significará también el fin de todo tipo de ideología política. Lo importante no será hacer lo correcto, aunque esto sea impopular. Lo que contará será hacer aquello que requiere y pide la opinión pública, incluso si a los ojos del legislador o gobernante se trata de algo injusto o incorrecto.


D. La pérdida de las convicciones


Josh McDowell sabiamente indica que la pérdida de todo tipo de convicciones será otro de los resultados de la nueva tolerancia. Hemos de reconocer que va a ser más y más difícil para nuestros jóvenes el sostener ningún tipo de convicciones personales en un contexto en el que todas las creencias, valores y estilos de vidas son igualmente válidos. Precisamente una de las consecuencias de la tolerancia y el pluralismo es la pérdida de sentido de las diferentes opciones. Todas quedan relativizadas y diluidas.


E. La privatización de la experiencia religiosa


Las manifestaciones religiosas, especialmente las de tipo cristiano, serán consideradas más y más como muestras de intolerancia y, por tanto, existirá una presión cada vez mayor por parte de muchos grupos sociales, políticos e incluso religiosos de otro signo, para que toda manifestación pública de la fe cristiana sea mantenida estrictamente dentro de los límites de la esfera personal y privada de los individuos. La fe será desterrada de la arena pública e incluso los individuos que públicamente se identifiquen como cristianos pueden ver en peligro su progreso cultural, social y político. Esto último tiene todo el sentido si consideramos que el ser cristiano conllevará automáticamente el ser tildado de fundamentalista, intolerante y absolutista.


Por otra parte, muchos cristianos aprenderán a autocensurar su fe a fin de evitarse problemas en la vida pública. Las palabras de Pablo a Timoteo de que todo aquel que quiera vivir piadosamente habrá de sufrir persecución, parecen tomar una nueva y actual dimensión a la luz de la nueva tolerancia.


F. El peligro de la desaparición de los derechos humanos


Una de las expresiones de la nueva tolerancia es el multiculturalismo. El multiculturalismo vendría a ser a nivel social lo mismo que los diferentes estilos de vida a nivel individual. De la misma manera que en una sociedad existen muchos individuos diferentes y cada uno de ellos tiene derecho a su propio estilo de vida, también a nivel global existen muchas culturas diferentes que tienen todo el derecho a ser como son y a impedir el ser cambiadas desde el exterior.


Tiene todo el sentido del mundo ¿Qué derecho tienen una cultura a juzgar la forma en que otra ha decidido organizarse? Las implicaciones de esta afirmación pueden ser más peligrosas de lo que a primera vista uno puede suponer. De hecho, y como se menciona en el documento sobre el relativismo, muchos países no occidentales están cuestionando cada vez con más seriedad el concepto de los derechos humanos por considerarlo una construcción cultural occidental ajena a las tradiciones culturales propias.


El mundo occidental continúa insistiendo en que la Declaración Universal de los Derechos Humanos ha de ser un absoluto ético y moral para todo el planeta. Pero si hemos de ser sinceros dicha afirmación carece de cualquier tipo de fundamento lógico a luz de la nueva tolerancia.


G. El triunfo y la exaltación del sentimiento


La nueva tolerancia, con su nuevo énfasis en la identidad del ser humano que hemos visto anteriormente, abre un camino para el triunfo del sentimiento sobre la razón, otra, por cierto, de las características propias de la postmodernidad. ¿Cómo puede ser incorrecto lo que yo siento? Poner en duda mis sentimientos equivaldrá a poner en duda mi propia identidad al emitir juicios sobre los mismos, lo cual, como ya hemos vistos es una clara señal de intolerancia.


PREGUNTAS DE REFLEXIÓN

1. ¿En qué se diferencia la nueva tolerancia de la tolerancia tradicional?

2. ¿Por qué la nueva tolerancia es un serio reto para la pastoral juvenil?

3. ¿De qué forma la nueva tolerancia condiciona nuestro trabajo con los jóvenes? Por favor, sé práctico


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