14 de enero de 2012

Artículo - Relaciones que transforman


"La iglesia contemporánea conoce con amplitud el término discípulo. Sin embargo, esto no significa que, necesariamente, cada congregación maneje conceptos similares o que posea la misma claridad sobre los procesos necesarios para formar un discípulo.

En muchos casos, la palabra se asocia con el curso de capacitación que se le da a los recién convertidos. En ocasiones, esta se acompaña de un programa con lecturas asignadas y un examen, para evaluar el grado de comprensión logrado con el curso. Cuando la persona completa los requisitos, entonces, se la considera «discípula».

Llamados a relaciones

Al acercarnos al Nuevo Testamento —y en especial a los evangelios y los Hechos de los Apóstoles— nos encontramos con un modelo de discipulado y formación diferente a este, tan común entre nosotros. En la vida de Jesús, como en la de los apóstoles, se observa un mismo principio: La tarea de discipular consistía en una relación personal entre dos personas que se han comprometido a caminar juntas por un trecho del camino. Una de ellas, en este caso el maestro, desarrolla principalmente la tarea de enseñar. La otra, en este caso el discípulo, se dedica principalmente a asimilar las verdades que comparte el maestro. "


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